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Arcos de la Frontera - consejo para un pueblo blanco de ensueño en Andalucía
¿Has oído hablar de los «Pueblos Blancos”? Son un clásico en el sur de España, y Arcos de la Frontera, en la provincia de Cádiz, es uno de los más bonitos.
Una colina con casas blancas brillantes. Calles estrechas. Ángulos laberínticos. Plazas pequeñas. Patios acogedores. Estos son los típicos ingredientes de los pueblos blancos, que se remontan originariamente a la Edad Media. Los creadores fueron los musulmanes, que se asentaron en el sur de España durante siglos y jugaron un papel importante en el desarrollo de estos pueblos. Nuestro consejo: en la provincia de Cádiz debes visitar definitivamente el pueblo blanco de ensueño Arcos de la Frontera, que se encuentra a unos 70 kilómetros al noreste de la metrópolis costera de Cádiz. Aunque, “pueblo” es un eufemismo para Arcos de la Frontera. Es más bien una pequeña ciudad.
Espectacular sobre una roca
La comarca alta de Arcos de la Frontera se asienta de forma espectacular sobre un macizo rocoso en lo alto del río Guadalete. Nuestra recomendación es aparcar el coche bajo la colina para mantenerse alejado del centro urbano protegido. La subida a pie te costará un poco de esfuerzo.
La primera parada en la zona alta es la plaza frente al castillo almenado, que no es visitable. La vecina Basílica de Santa María fue una vez una mezquita. En el interior, se combinan estilos desde el gótico hasta el barroco. En el exterior, los arcos de apoyo se extienden por el callejón de atrás. La iglesia ha sido declarada monumento nacional.

Productos horneados de las monjas
En el núcleo histórico se encuentra el Convento de las Mercedarias Descalzas. Allí viven monjas de clausura que venden su repostería casera. Todo lo que tienes que hacer es tocar el timbre y la vida llegará al otro lado. Estás equivocado si crees que puedes comprar algo barato de las monjas. Los precios de los productos horneados son cualquier cosa menos económicos y los mantienen actualizados.
Aromas seductores
Macetas y barandillas de hierro forjado adornan muchas fachadas del casco histórico. El frescor está en los patios interiores y en las entradas de las casas embaldosadas. De las tabernas emanan aromas seductores. Frente a ellas hay mesitas y sillas desvencijadas en la acera. Puedes tomar algo aquí a precios razonables. Es más caro, aunque más elegante, el restaurante del Parador en la Plaza del Castillo.
Un panorama bonito
El mejor mirador es el de Abades. Las buganvillas aportan manchas en el paisaje de colores lilas y rojos. La mirada recorre el Guadalete, el paisaje montañoso de Sierra de Grazalema y las pinceladas pictóricas que aporta el suelo rocoso. Es un lugar precioso para dejarse llevar. Algo más incómodo es el asiento: los bancos están ligeramente inclinados.



Una última recomendación
Arcos de la Frontera se encuentra lejos del Mar Atlántico, pero no lejos del agua. Esto nos lleva a nuestra última recomendación. En las tierras bajas brilla el embalse donde os espera una playa artificial. La entrada es gratuita.
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