REPORTAJE
Formentera - el paseo más bonito
Disfrutad de las fantásticas vistas en la isla Balear de Formentera: el sendero “Camí de sa Pujada”
Ni aeropuerto, ni semáforos. Hay algunas singularidades en Formentera, que solo ocupa una superficie de 83 km2, y a la que más rápido se llega con el ferry desde Ibiza. El ambiente que se respira es relajado y simpático. Hay playas idílicas, con aguas cristalinas como la Platja de Llevant y la Platja de les Illetes. Pero ahora nos alejamos de las playas y nos adentramos en el “Camí de sa Pujada”, el sendero más bonito de la isla.
Desnivel de 161 metros
Para moverse por Formentera lo mejor es alquilar un coche o una vespa. Hay compañías de alquiler de vehículos por todas partes en el pueblo costero de Sa Savina. Para comenzar con la caminata hay que desplazarse hacia el este, que visto en el mapa se asemeja a un brazo. Primero hay que subir, pasando por muchas curvas hacia el monte La Mola, pero no hasta el final. Un poco antes de llegar a El Pilar de la Mola sale a mano izquierda la carretera hacia el parking del sendero donde comienza el camino y leemos en en la señal informativa: “Camí de sa Pujada”. Desde este punto son justo dos kilómetros y 161 metros de desnivel hacia abajo, hasta el pueblo costero de Es Caló de Sant Agustí.
Calculad por si acaso con tres cuartos de hora para este recorrido y tened en cuenta que desde Es Caló de San Agustí tenéis que volver por el mismo camino. Es importante calcular bien el esfuerzo que os lleve el trayecto. Además, durante la caminata muchas veces no hay sombra y en muchas zonas estaréis muy expuestos al sol. Muy importante: traer suficiente agua y unos buenos zapatos para caminar. El trayecto es agreste y pedregoso. Ir en chancletas sería una elección catastrófica.

Un lugar para descansar el alma
Empezamos la caminata con pinos, abundante vegetación y dejando atrás las últimas casas. Después solo se respira la naturaleza en estado puro. Las ramas de los pinos se abren ante nosotros como una ventana abierta de par en par. La parte estrecha de la isla queda atrapada entre las brillantes franjas de las olas del mar como si de una cintura se tratara. A lo lejos se vislumbra la isla de Ibiza.
Lo mejor es la variedad de colores en el horizonte. El mar, a vuestros pies, se muestra en tonos que van desde el azul claro y el azul oscuro hasta el turquesa. Todo un espectáculo. La colisión de las distintas imágenes es maravillosa. Inspirad profundamente. Tomaros vuestro tiempo durante la caminata. Afinad el oído para llegar a oir el susurro del mar contra las rocas. Los ruidos del tráfico ya han desaparecido. Uno se siente muy lejos del tumulto. Sentimos que hemos llegado a un lugar para que descanse el alma.
Sendero histórico
Las lagartijas se cruzan por el camino. Las rocas lisas de los acantilados brillan en el sol. Hay que tener cuidado para no tropezarse con las piedras y las raíces. Pronto os daréis cuenta de que caminar y hacer fotos a la vez no es compatible.
En la parte más inclinada de la costa hay algunas zonas protegidas con cuerdas, pero este sendero no pasa cerca del acantilado. En el pasado lejano subían por aquí los monjes agustinos desde la costa hasta las alturas donde vivían.








Barcos, pescado seco y el camino de vuelta
A lo largo del camino crecen lavanda y enebro. Después comienzan a aparecer las primeras casas y casetas de barcos: bienvenidos de nuevo a la civilización. Preparaos para recorrer un trecho a pleno sol hasta el pueblo de Es Caló de Sant Agustí. El blanco nuclear de las fachadas de las casas resplandece al sol.
Tomaos un tiempo para tomar algo en la terraza de algún bar y para dar una vuelta por el pueblo. En esta pequeña bahía llaman la atención los almacenes de los barcos de pescadores.
A veces puede verse el pescado secando tendido en cuerdas. Este pescado seco (llamado „peix sec“) se prepara cortado en trocitos pequeños y se añade a la típica „ensalada payesa“ de Formentera. Mejor si dejáis para más tarde la comida porque desde Es Caló de Sant Agustí hay que volver por el „Camí de sa Pujada“ cuesta arriba hasta el parking. El camino de vuelta seguramente os costará algo más de esfuerzo y sudor.
