REPORTAJE
El fin del mundo en España: Cabo Fisterra
El cabo Fisterra se adentra espectacularmente en el mar en la región más al noroeste de España, Galicia. Aquí uno se siente como en un trono sobre el Atlántico y alejándose un poco de los demás visitantes puede encontrarse un lugar tranquilo y apartado.
Fisterra, el «Fin del Mundo» – ¡suena emocionante! Se anticipa la alegría por un paisaje áspero y azotado por el viento. El fin de la tierra de España se encuentra en el extremo noroeste, en Galicia, y se extiende como una península en forma de cabo hacia el Atlántico. Fisterra se alza como una protuberancia de rocas sobre el mar. Es un lugar mítico, que ya en tiempos de los celtas fue escenario de cultos religiosos. Desde la Edad Media, los peregrinos del Camino de Santiago son atraídos por el «Fin del Mundo». Aunque con un entorno salvaje y las vistas impresionantes, cautiva a cualquier visitante -siempre y cuando no haya niebla-, pues en ese caso, no solo falta la claridad, sino que también la sirena de niebla produce un ruido ensordecedor.
Alrededor del puerto de pescadores
Fisterra también es el nombre del último pueblo antes del cabo. El puerto de pescadores con barcos balanceantes sobre el agua en la zona protegida es digno de visitar. En los alrededores, puedes encontrar buenos lugares para comer. Los precios son, afortunadamente, todavía asequibles.
Subiendo hacia el cabo
En el pueblo comienza un camino de casi cuatro kilómetros que conduce hasta el cabo. A medida que se asciende, las vistas se vuelven cada vez más impresionantes. Los arbustos de retama brillan de color amarillo. A lo largo del camino, los peregrinos caminan cuesta arriba. El punto final para los vehículos motorizados es el aparcamiento. Detrás de este, florece el comercio de souvenirs, antes hay un amplio camino, que pasa junto al faro y la escalera que lleva al descenso. Allí es donde seguramente quedaréis cautivados por las vistas. El Atlántico se extiende hasta el horizonte. A veces, los veleros puntean el azul del agua. La sal impregna la atmósfera. Los flancos caen abrupta y escarpadamente hacia abajo. En las profundidades, el mar murmura y espuma. No hay un precipicio directo en los acantilados, pero aún así debéis tener cuidado.

Peregrinos desde la Edad Media
Sobre una roca encontramos un zapato de bronce. Esta pequeña obra de arte hace referencia a los peregrinos que, en la Edad Media, llegaban aquí y quemaban sus viejos zapatos y ropa. Tras este ritual continuaban su camino, regresando a casa como «nuevas personas». Hoy en día, algunos peregrinos que llegan aquí todavía intentan quemar algo de su vestimenta, como indican las manchas ennegrecidas sobre la roca. Oficialmente, esta práctica está prohibida porque podría provocar incendios en los arbustos de alrededor.
Lo más común es dejar piedras con mensajes en una cruz, notas de agradecimiento o conchas de vieira. Algo menos elegante es abandonar aquí camisetas sudadas o calcetines agujereados.
Verbreiteter ist es, an einem Kreuz beschriftete Steine abzulegen, Dankeszettel, Muschelschalen. Weniger stilvoll ist es, wenn man dort verschwitzte T-Shirts oder durchlöcherte Socken hinterlässt.




Un rincón tranquilo sobre la Costa de la Muerte
El cabo Fisterra forma parte de la «Costa da Morte», como se le conoce en gallego. El nombre proviene de la gran cantidad de barcos que naufragaron en los afilados acantilados a lo largo de los siglos. Un poco apartado, encontraréis vuestro propio rincón tranquilo en la Costa de la Muerte: en algún lugar entre arbustos sobre una plataforma rocosa. Respirad profundamente y dejad que la atmósfera os envuelva. La mirada se extiende hasta el horizonte, ensanchando el alma. La tierra, el mar y el cielo se fusionan en uno solo. El cabo Fisterra ofrece uno de los panoramas más hermosos de toda España.
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